lunes, 29 de septiembre de 2008

"Ser responsable de ser Mexicano"




Por Adriana G. Alonso

En este mes patrio, ciertos temas como identidad y nacionalismo adquieren suma relevancia.

Se entiende por identidad al cúmulo de características que definen a determinado conjunto social, es decir, los rasgos distintivos que identifican a ciertos individuos como miembros de una comunidad. Un concepto cuya intención podría parecer homogenizadora de inicio, pero útil como instrumento de identificación colectiva.

Por otro lado, el nacionalismo acoge el sentimiento de pertenencia que embarga a los miembros de determinado grupo social, en este caso, a una Nación. Sin embargo desde mi punto de vista el nacionalismo representa o al menos debería representar más que un concepto de carácter ideológico, una responsabilidad en la práctica.

¿Mexicanos al grito de guerra?

Innumerables son los rasgos que nos distinguen como mexicanos, pero muchas veces esos rasgos tienden a convertirse en estigmas, en lastres que limitan el desarrollo político, social y cultural de nuestra Nación.

Quisiera hablar de uno de ellos y no con ánimo pesimista cabe aclarar, todo lo contrario, con el afán reflexivo necesario en tiempos marcados por la avidez de cambio, con el afán propio de un Mexicano preocupado por el destino político y social de su Nación.

“El recuerdo más intenso, la fibra más densa de nuestra nacionalidad es el dolor; el sufrimiento común teje la nacionalidad[1]

Hemos visto que la historia nacional se encuentra plagada de una serie de sucesos desafortunados: conquistas, invasiones, traiciones, malos gobiernos, atropellos…todo ello derivado de la eterna lucha de intereses; e históricamente sabemos que en México el interés común es el menos común de ellos. ¿Y ante eso qué hemos hecho o que proponemos hacer?

Jesús Silva Herzog Márquez dice bien: “La expresión del nacionalismo en México ha sido, esencialmente, la afirmación del victimismo. Apenas se exagera si se afirma que el alimento del nacionalismo Mexicano es la derrota”[2].

Por otra parte Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad afirma que nuestra historia está llena de frases y episodios que revelan la indiferencia de nuestros héroes ante el dolor o el peligro. “La resignación es una de nuestras virtudes populares”[3], apunta irónicamente.

Yo diría en principio que el estoicismo no es una virtud y en segunda que no solo es propia de los héroes nacionales. La indiferencia del “ciudadano” Mexicano ante los asuntos públicos si bien es cierto, es una herencia del viejo régimen de Estado Benefactor, ancho, proteccionista e intervencionista, no por ello es justificable.

Pareciera que para nosotros es más cómodo dejar el destino de nuestra Nación en aras de la clase política, ya que ni de observadores fungimos. Y justamente no es inercia, es comodidad.

Es entonces cuando me pregunto ¿y el nacionalismo?, ¿dónde queda el instinto de pertenencia?, ¿No es nuestra condición de Mexicanos una responsabilidad además de un derecho?, ¿A quién le corresponde concientizar a la población respecto a esto?

Es tiempo de darnos cuenta de que ser mexicano es mucho más que gritar ¡viva México! En la plaza pública el 15 de Septiembre, es más que estar pegado a la televisión cuando juega la Selección Nacional de Fut Bol, entre muchas otras cosas (y mas importantes) que nos definen.

No quiero dejar de lado que también existe un cúmulo de virtudes que nos caracterizan como miembros de esta nación; pero me parece que los valores cívicos y las virtudes ciudadanas no son precisamente nuestro fuerte, paradójicamente las que más necesitamos en la actualidad.

Ser ciudadano de un Estado implica participar en la vida pública y para participar se necesita estar informado de lo que acontece en el escenario político y social. Demandar implica monitorear y para pedir se necesita conocer las instancias a las cuales recurrir y las vías para hacerlo.

“Sensibilidad ante lo público” es lo que nos falta en México, y es nuestro deber reflexionarnos como conjunto, como equipo, de abajo hacia arriba, como Nación.

Y entonces tendremos muy merecido el gritar ¡viva México! En cualquier época del año y claro, nos sentiremos mucho más orgullosos de ser mexicanos.



[1] Renan Ernest ¿Qué es una nación?, Conferencia.

[2] Silva Herzog Márquez Jesús, El antiguo régimen y la transición en México, Joaquín Mortiz, p. 20.

[3] Paz Octavio, El Laberinto de la Soledad, Fondo de Cultura Económica, México 1981 p. 34


1 comentario:

editorial ylovanaleer dijo...

adrianita, tú deberias de escribir en el blog de la revista, es prácticamente comunal, así que solo pide la contraseña.

Arroz